FOTO CEDIDA POR LA GENTILEZA DE MI AMIGO RAFA PINEDA.
No es lo mío el ponerme a lidiar con un folio en blanco tratando de exponer palabras que expresen mis ideas o definan mis sentimientos. Es más, me es difícil recordar la última vez que lo hice. Pero hoy, en este momento, creo que merece la pena el intento.
Como ya conoce la afición taurina en general, y la cordobesa en particular, ya que ha sido publicado en varios medios nacionales y provinciales, la próxima temporada dejo de estar vinculado a la cuadrilla de Juan Serrano “Finito de Córdoba” para formar parte de la de Francisco Rivera Ordóñez, en una decisión de esas que un profesional debe tomar a lo largo de su trayectoria, y que sin duda alguna afronto con la ilusión de seguir creciendo y amando esta profesión a la que dedico por entero mi vida desde hace muchos años. No obstante, no es esta decisión ni sus motivos la razón por la que me he decidido a escribir, aunque quizá sobren las explicaciones si quien esté leyendo este escrito llega al final del mismo.
Hoy, mis sentimientos me llevan a expresar un profundo agradecimiento, tanto personal como profesional, al maestro Finito de Córdoba, después de tres años a su lado en los que no he podido dejar de sumar y sumar aspectos positivos y argumentos de peso para seguir admirándolo más aún como torero, algo que ya hacía antes de estar a sus órdenes, y también como persona, al haber podido disfrutar de su cercanía.
En lo profesional, estar al lado del maestro Fino ha sido lo mejor que me ha pasado hasta el momento en mi trayectoria. Tres años de aprendizaje, de continuo y enriquecedor aprendizaje, tres años de incesante crecimiento, tres años de privilegio absoluto al poder contemplar tan de cerca a un torero tan grande como El Fino, desde la intimidad de innumerables tentaderos, en los que faltan palabras para describir la dimensión del maestro en el campo, hasta esas grandes tardes en las que verle cuajar un toro hacía que por momentos te olvidases de la presión de estar en plena faena y de que tu maestro se jugaba la vida en el ruedo. Pasando también, como no, por infinidad de detalles, casi siempre desapercibidos para la mayoría de la gente, pero muy enriquecedores profesional y artísticamente para los que teníamos el privilegio de vivirlo de cerca. Sin olvidar, como no, el enorme placer y la gran satisfacción que ha sido el compartir experiencias y vida con Juan Montiel y Jaime Padilla, así como con el resto de mis compañeros de cuadrilla en estos tres años, picadores, mozo de espadas, ayuda, y chofer, a los que no puedo más que mostrarle mi gratitud y mi amistad.
Pero más allá de lo profesional, como decía antes, está el plano personal, tan desconocido para muchos, y a veces dotado de tan poca importancia. Aquí, en lo personal, sólo me sale una palabra: “GRACIAS”. Gracias por un trato más que amable y considerado, por un interés y una cercanía que jamás pensé que podría tener por parte de una gran figura del toreo. Gracias por una confianza máxima en mis posibilidades, también en mis puntos de vista y en mis opiniones, cuando hacían falta. Gracias por ser así, amante de tu tierra cordobesa, que también es la mía. Grandioso en la plaza, y espléndido fuera de ella.
Quizá sea, y es una bonita casualidad, la tarde del 11 de octubre en Montoro, la que resuma este sentir que he querido expresar. Una tarde en la que el maestro Finito de Córdoba demostró esa gran dimensión artística y torera que muy pocos atesoran, y en la que tuve el honor de que desorejara al hasta el momento último toro lidiado por mí a su órdenes, dando una lección de torería. Una tarde en la que volvió a mostrar su grandeza personal, brindándonos a mi compañero Jaime Padilla y a mí, ese último toro de la temporada, a modo de despedida y agradecimiento. Y una tarde en la que me quedará el recuerdo imborrable de haberlo llevado en hombros, triunfante, por que así era el colofón perfecto que yo deseaba, el broche de oro a tres años inolvidables.
Y me quedará, sin lugar a dudas, un pensamiento claro y conciso, de absoluto convencimiento. La satisfacción de haber estado al lado de quien es uno de los mejores toreros que ha dado mi tierra, su futuro VI Califa, y una persona cabal, sincera y honesta, de tanta clase como la que ha demostrado y seguirá demostrando en los ruedos.
Gracias maestro, de todo corazón.
Rafael Rosa.
25 de noviembre de 2009
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