Ganado: cinco toros de Yerbabuena y uno de Mari Carmen Camacho, lidiado como sobrero en cuatro lugar, desiguales de presentación, cornicortos y muy justos de fuerza, siendo pitados en el arrastre primero, cuatro bis y sexto. Del horroroso encierro se salvó el tercero, que tomó con codicia y continuidad los engaños, siendo aplaudido en el arrastre.
Francisco Rivera ´Paquirri´: pinchazo y estocada (silencio); y tres pinchazos terminando el toro echándose (palmas).
David Fandila ´El Fandi´: estocada tendida (una oreja con fuerte petición de la segunda y bronca al palco), y estoconazo (dos orejas con fuerte petición de rabo).
Curro Jiménez: estocada que asoma por el costillar y media estocada (una oreja); y estocada (una oreja).
Plaza: Priego (Las Canteras). Tres cuartos de entrada en tarde primaveral.
Los Yerbabuena fueron ayer en Priego la hierba que amargó la reapertura de la plaza de toros de la localidad, cerrada al público desde marzo de 2002 y sometida en estos nueve años a una intensa remodelación.
Y es que otra vez, recurriendo al dicho, los toros dieron la de cal, mostrando comportamientos en algunos casos muy extraños y en otros llegando al último tercio con la reserva totalmente agotada, por lo que las faenas se redujeron a meros intentos, eso sí, muy bien adornadas y generosamente premiadas. De ahí que, pese a la disposición del público y la buena de los toreros, era prácticamente imposible que con semejante material el resultado de la deseada reapertura pase a los anales como una gran tarde de toros, aunque la salida a hombros de El Fandi y el torero local Curro Jiménez pueda decir lo contrario.
Curiosamente, la caprichosa historia quiso que fuera Jiménez, con una presión grandísima desde que se anunció este festejo, el que tuviera en su mano el mejor toro de la tarde, un noblote animal que tras el tercio de varas se vino arriba y posibilitó que el prieguense cuajara una más que aceptable faena, muy en torero y perfectamente sabedor de lo que había en juego. Supo Curro aprovechar un gran pitón derecho y enjaretar varias tandas con mucha cadencia y un toreo asentado en el que sacó partido al largo viaje del toro, que humillaba y seguía los engaños sin protestar, aunque al cambiar de mano, la faena perdió muchos enteros, hasta tal punto que para recuperar los ánimos del encendido tendido, tuvo que volver a la diestra y sazonar cada serie con varios adornos. Una pena la fea estocada que dejó antes de finiquitar a su oponente, privándolo de la segunda oreja.
En el que cerraba plaza, con un cabeceo muy molesto y sin fuelle prácticamente desde que saltó al ruedo, Jiménez únicamente pudo justificarse intentándolo por ambos pitones, ya que su oponente estuvo a la defensiva en todo momento. De ahí que la efectiva estocada que recetó bastó y sobró para premiar la voluntad, otra vez a prueba de bombas, que el torero local volvió a demostrar en una cita de tanta y tan grande responsabilidad.
Y junto a Jiménez, su gran compañero y amigo, David Fandila El Fandi , se llevó el gato al agua y acompañó al prieguense en su salida a hombros, gracias a su mayor oficio y sobre todo a las tres orejas que fueron su esportón y que pudieron ser más, a tenor de la masiva petición del respetable. En todo caso trofeos, todo hay que decirlo, que descansan en dos espectaculares tercios de banderillas y dos faenas de muleta de similar corte, con numerosos desplantes, arrimones, molinetes, desplantes y adornos, ya que ni el segundo ni el quinto de la tarde daban para otra cosa, debido a su manifiesta falta de fuerza y en el caso del segundo de su lote, de movilidad.
Finalmente, Francisco Rivera, que destacó con los rehiletes en sus dos enemigos, pasó sin pena ni gloria por Priego, primero por falta de material en su primero, otro Yerbabuena que tras desfondarse en banderillas no quiso saber nada de nada, mientras que en su cuarto bis, un sobrero de Mari Carmen Camacho al que se le vieron cosas buenas en los primeros tercios, una tremenda voltereta acabó con el animal, ante el que Rivera, con la muleta, vendió al tendido un simulacro de faena plagada de adornos y desplantes y sin nada sustancial, como buena parte de la tarde de esta deseada reapertura. (Cedido por Rafael Cobos)