21 de diciembre de 2010

ANTONIO FERRERA PROTAGONISTA DE UNA MAGNÍFICA JORNADA TAURINA EN LA SIERRA CORDOBESA







Poco antes de salir de Córdoba, el ganadero nos dice por teléfono que la entrada habitual de la finca esta imposible. El arroyo ha subido el caudal metro y medio y hay que entrar por la parte alta. Así que con el cielo barruntando lluvia y tras recorrer varios kilómetros campo a través entre riachuelos y barrizales con el poderoso 4 x 4 de Manuel Rodriguez Requena llegamos a la finca Lo Mato donde pastan las reses de José García Guillén que se lidian con el hierro de Madroñiz.

Es obvio comentar que el campo esta precioso. Ha llovido mucho y el ganado bravo destaca sobre un verde intenso. Los cerros están repletos de arroyuelos que se entrelazan buscando la salida natural. En la plaza de tientas todo está preparado para comenzar la faena.

Se tentaron en total cuatro utreras que gracias a su buen juego propiciaron una excelente jornada taurina. El matador de toros extremeño Antonio Ferrera, que prepara sus bártulos para comenzar temporada americana dentro de unos días, demostró su buen estado de forma. Conoce a la perfección los entresijos de la tienta y es poderoso a la hora de someter a las vacas. Las coloca en el sitio exacto y así se puede observar si les gusta la pelea con el caballo. Luego muleta en mano no se cansa de torear, máxime si el ganado sale tan bravo y repetidor como el que ha salido hoy. Tanto que el matador de toros Manuel Rodriguez Requena, que siempre está dispuesto a no perder ocasión, pidió una muleta y enjaretó una serie con muy buen temple. Ya dice el refrán que quien tuvo retuvo…

Ni el aire frío que soplaba ni la humedad reinante por el agua caída en horas anteriores pudo con el ánimo de los toreros y del puñado de invitados que disfrutamos de un agradable espectáculo. Y es que cuando el ganado es bravo todo es diversión.

Terminada la jornada compartimos en el caserío de la finca una comida campera compuesta por mollejas de cordero, huevos fritos con jamón y caña de lomo. Para morirse. Y encima al volver por el mismo camino infinidad de liebres se cruzaban ante los faros del coche corriendo de acá para allá.

Y es que un día de toros en la sierra de Córdoba, en plena naturaleza, es para vivirlo…- L.R.G.

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